Impávida soledad que me custodia,
con el guardián sutil de tu recuerdo;
pesaroso entre lágrimas me pierdo,
ayer era verdad… hoy soy historia.
Solamente me queda en la memoria,
tus labios rojos que en las noche muerdo;
lunar coqueto de tu torso izquierdo,
en sí… tu cuerpo de vivaz euforia.
Y en la cárcel de la melancolía,
escribo en el papel, todo pasado,
escribo, que en la noche y que en el día;
jamás te separaste de mi lado,
que siempre yo era tuyo y tú eras mía,
hoy el cuento feliz… se ha terminado.